viernes, 12 de marzo de 2010

•27/01•

Porque en el fondo sabía, que nunca iba a poder acercarse a esa libertad personificada, a esa boca de cerveza, a su literatura preferida.

Que era su pasión, lo sabía, e incluso, el mejor sonido del rocanrol. Todo en una sola botella de litro.

Ella cuenta que su perfume, el típico aroma que lo caracterizaba, todavía la persigue. Si lo percibe, así esté en un colecitvo, la realidad se transforma en misticidad, en deseo, y hasta un poco de dolor.

Me decía, a veces, que sus labios se convertían en llamas, siempre y cuando se juntaran con los de ella. Y parece que así funcionaba. Èl, dibujaba (con un dedo de ella) figuras geométricas, esbozaba miles de fórmulas, de cálculos sin solución . Ella, tan ella, sólo lo observaba. siempre imaginando historias; ellos escapando de la ley, abrazados, escondidos, con miedo, solos pero juntos.

Ella siempre un ellos.

Èl siempre un yo.

Se comenta por ahí que nunca fue amor.

Èl sigue dibujando con dedos ajenos, o propios.

Ella sigue soñando que se escapa, nunca sola, siempre con él.

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