martes, 22 de noviembre de 2011

Mi llave.

Y ponele que me pierdo, y trato de buscar una respuesta a tantas cosas desconectadas, y lógicamente no hay solución ni explicación. Es que el café de la mañana tiene gusto amargo si se bebe en soledad, y los besos perdidos en mi conciencia despiertan mis ganas de que sea otro día que no es hoy. Fuerte, no? Despertarme anclada en un barco, lejos muy lejos, yo, mis besos y mis pasos de murga. Que me extrañen, que me sufran, que me castiguen de una vez por ser egoísta. Pero que nunca me reclamen fiesta, que no me reclamen abrazos poderosos que pude haber sacado de mi galera. Nunca en el café, nunca en el de la mañana.

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